El 1º de Mayo es un día más para luchar y actuar, aunque la práctica de los sindicatos y partidos herederos de aquella izquierda olvidadiza y traidora lo hayan convertido en un simple día de fiesta, donde se acepta y se silencia la derrota de la clase trabajadora, empujando a la juventud a la pasividad o a la alienación de los entretenimientos musicales, a pesar de que su situación vaya siendo cada vez más y más crítica.
Es evidente que sufrimos los envites y
violencias del capitalismo más feroces de las últimas décadas. Es un sistema en
crisis donde la clase dominante intenta reposicionarse para salir ilesa y
continuar aumentando sus ganancias mientras, por el contrario, el pueblo
trabajador sufrimos un nuevo deterioro de nuestras condiciones de vida, cada
día más precarias y menos tranquilizadoras.
En esta situación, en el País Llionés sufrimos
además otras opresiones y violencias ejercidas tanto por este sistema como por
el Estado español, ya que al no tener un autogobierno, nuestro país es
gobernado por los centralistas que, siguiendo las pautas del colonialismo
interior, producen cada día más empobrecimiento, envejecimiento, despoblación y
emigración forzada, en especial de la juventud. Nuestro país es, en unas
ocasiones, marginado en ciertas políticas y, en otras, ve saqueado impunemente
su territorio y recursos.
Cifras como el alto desempleo juvenil (muy por
encima del 40%) o el descenso en el número de personas activas configuran una
situación de la clase trabajadora del País Llionés muy precaria y en estado
crítico; padeciendo una economía que no produce ni bienestar social ni reparto
de la riqueza y que, además, tiene que soportar un aparato legislativo del
Estado cada día más opresivo: reformas laborales de PP y PSOE, ERES,
temporalidad, privatizaciones, precarización, congelación de salarios, descenso
de derechos sindicales y un larguísimo etc. son algunas de las violencias
ejercidas por el sistema capitalista, amparado por la maquinaria estatal y de
la UE.
Por ello, son tan necesarias ahora mismo
herramientas como la auto-organización obrera, la transversalidad de las
luchas, el rechazo de la pasividad y las soluciones individualistas, la
solidaridad entre colectivos y la movilización social, siempre pieza clave para
la mejora y producción de cambios que repercutan en la situación del pueblo
trabajador. Debemos enfrentarnos a quienes nos reducen las opciones de futuro
entre liberalismo y fascismo, intentando imponernos como única salida a su
crisis las migajas, a cambio de producir miseria a otras personas y a otras
zonas del mundo. ¿Pagar el pueblo una crisis producida por un sistema injusto y
asesino como el capitalismo? No, jamás.
Por eso defendemos una vida de calidad, donde
las personas sin empleo, vivienda o recursos no estén desamparadas; una
ordenación donde la agricultura y la ganadería sean preservados como sectores
estratégicos; una industria que realice un cambio de modelo y no condene a
nuestro planeta; una economía donde el cooperativismo y la economía social
estén presentes y que produzca beneficios a la sociedad y no solo a las élites económicas. Queremos una economía de lo local, de lo cercano, donde se valore y
se fomente la creación de riqueza para todas las personas, huyendo de esa
economía capitalista globalizadora que aplasta a los distintos pueblos y
territorios a través del imperialismo, aumentando sin cesar las diferencias
entre ricos y pobres y centralizando el poder en muy pocas manos.
El País Llionés está en crisis y solo la lucha
de la gente de esta tierra nos podrá conseguir un futuro digno y justo. Es
nuestra hora, la hora del País Llionés y su clase trabajadora. Llegó la hora de
levantarnos y crear un futuro digno:
La lluita ye l’únicu caminu!
1 de Mayo de 2017. País Llionés.